Antiguamente, las telas que procedían de los telares caseros, eran más bien estrechas y no daban para cubrir una cama de matrimonio. Para tal fin, se tenían que coser a lo largo varias de estas telas hasta conseguir el ancho ideal de la cama.
Leamos un ejemplo del año 1466: » Un par de sábanas de a tres piernas de lino».
Lo mismo se podía decir de una manta, un estandarte, «un pendón de cuatro piernas». Se trata de una unidad de superficie (lo que ocupa la sábana empalmada) que nos ha llegado en documentos escritos hasta el siglo XVIII y que ha perdurado en el habla de nuestros pueblos con mayor o menor intensidad. Prueba de ello es la construcción análoga recogida en Aragón en 1859: «Terna es el ancho de la tela; y así se dice «una sabana de dos ternas, un vestido de seis ternas»